Ficha de Elizabeth Beckett

Elizabeth es un arma de doble filo. Aparenta ser una persona cálida, dulce y tranquila pero por dentro oculta una bestia enfurecida. Suele perder los estribos rápidamente sin importar si eres o no su amigo. Correcta y bien hablada, se nota que ha tenido una buena educación. Sabe divertirse a su modo, muy sincera para el gusto de los demás, generalmente nunca miente a menos que su vida o la de sus amigos dependa de eso.
Amante de lo oculto, le gustan los retos. Suele ser insistente cuando se trata de algo que le interesa. Ama el peligro y siempre está buscando superarse a sí misma. Es rebelde, revolucionaria y le gusta liderar. Solo con una palabra puede decir muchas cosas.

Morocha de naturaleza, muy atractiva. Usa su belleza y sus dones sexuales para conseguir cosas que le convienen. Sus ojos oscuros reflejan una mirada profunda y seductora. Sus labios son definidos y están bien delineados. Posee tez blanca.

Virtudes:
Bailar, cantar y sabe escuchar. Siempre le encuentra solución a todo.

Defectos:
es muy calentona y arrebatada. Puede ser muy hiriente con sus palabras.

Debilidades:
Personas que saben seducirla. Los libros
Miedos:
sufrir por amor

Gustos:
el sexo. Los libros

Disgustos:
la gente que miente

Enfermedades o patologías:
no posee alguna por el momento

Un día de un año que ya no recuerdo un apuesto hombre se hizo presente en la estancia de una joven muchacha, una de las chicas más bonitas del pueblo. Él sabía que sus padres salían a trabajar muy temprano por la mañana y regresaban muy tarde a la noche. Golpeó la puerta suavemente haciendo que la muchacha se sobresaltara. Miró el gran reloj que se encontraba sobre la chimenea y que en ese momento marcaba las siete de la tarde, hora que el ocaso comenzaba. Con cautela, fue hacia la puerta para atender al llamado. Sus ojos se abrieron de par en par al contemplar la belleza de la persona que tenía en frente. Cautivada por este, le permitió entrar y fue ahí, en ese momento, cuando él le susurró al su oído que sería suya. Eclipsada y casi en estado de amnesia ella se entregó a él.

Su encuentro fue mágico. Su primera vez…él la poseyó de todas las formas posibles. Disfrutando de ella, de su inocencia, de su belleza. Cuando terminó de copularla, ella flotaba en una burbuja llena de felicidad. Lo miró enamorada. Cada palabra, cada beso acrecentaba su dicha. Fue ahí cuando él posó su mano en su vientre y pronunció las palabras que ella tanto deseaba oír. “tendrás un hijo o hija mío. Lo cuidarás y amarás como a ninguna otra persona. Intentarás por todos los medios que ella sea feliz”. Dicho esto, besó su frente y se marchó.

Los días de gestación de la muchacha fueron terribles. Sus padres, avergonzados por lo sucedido a su hija, intentaron destruir de todas las formas posibles al bebé que estaba gestando. Al no lograrlo, la desterraron de su hogar, dejándola en la ruina, sola y abandonada. Alimentándose y cuidándose a su suerte. A los 8 meses de este desentierro dio a luz a una niña. Una niña saludable que triplicaba su belleza. La llamó Elizabeth.

Elizabeth creció en una pequeña aldea de Inglaterra junto a su madre y a una familia de comerciantes que se habían ofrecido a ayudarlas. Poco sabía de su padre. Pero no le interesaba buscarlo. Con el transcurso de los años y a medida que crecía decidió olvidarlo por completo. Solo necesitaba a su madre para vivir.

Era una tarde de verano, de esas que el calor es insoportable, cuando ocurrió la tragedia que cambiaría su vida por completo. Estaba hamacándose en un columpio cuando escuchó el grito de la mujer comerciante donde ella vivía. La mujer no paraba de gritar y pedir ayuda por lo que Elizabeth no dudó en acercarse a ver qué era lo que pasaba. Dicen que la curiosidad mata al gato, pero en este caso, la curiosidad despertó a la bestia que la niña tenía adentro. Al llegar al lugar, donde la mujer seguía a los gritos, la vio. Vio a su madre tirada sobre el suelo. Se abalanzó sobre ella envuelta en un mar de lágrimas intentando, desesperadamente, que ella despertara. Era inútil, su madre yacía muerta bajo sus brazos.
Luego de varios minutos, que parecieron eternos, abrazada y sollozando en el cuerpo de su madre, se levantó, cerró sus ojos y gritó, gritó de una manera tan audible. Mostrando en ese grito todo el dolor que estaba sintiendo. El cielo se cerró oscureciéndose de golpe y fue ahí cuando su vida cambió. No volvió a ser la niña correcta y buena que era. Se volvió oscura y sin corazón. Nada le importaba más que divertirse. Se volvió adicta al alcohol, a las drogas y al sexo.

Cuando cumplió sus 17 años, se decidió por estudiar medicina. Aún sufría por la muerte de su madre y no iba a parar hasta encontrar la cura de lo que la había asesinado. Se encontraba mirando por la ventana cuando una voz le preguntó si ya estaba lista. Luego de asentir despacio, acomodó su ropa y salió al encuentro del transporte que la llevaría hacia su nueva vida.
Durante el día, Lizzie se dedicaba a sus estudios de cirujana, durante las noches… ella se transformaba y salía por las calles del nuevo hogar a buscar diversión. Su adicción al sexo era algo que aún no superaba fue por eso, que entró a trabajar en un cabaret. Dinero fácil haciendo lo que más le gustaba era una buena causa. ¿Qué pasará con la vida de Lizzie? Es algo que ni ella sabe aún. Solo puede decirse que su historia aún está en borrador esperando ser escrita.