No todo es casualidad, tambien se le llama destino. [Damien Weiss]

Era una tarde tranquila, el turno en el hospital había terminado y tenía dos días de descanso para poder pasar con su hija, por lo que aprovecho y salió con ella y dos de sus muñecas al parque, le gustaba mucho ese lugar y la pequeña podría correr tranquilamente sin el peligro de que fuera atropellada o que alguien la dañara. Era todo lo que tenia y no dejaría que nada nunca la pasara, por lo que últimamente se había vuelto algo sobreprotectora con ella sin contar que no confiaba mucho en las escuelas después de lo que había visto por televisión.
Sentada sobre la manta acomodaba las muñecas mientras veía a su hija jugar y reír con la pelota roja que le había dado para su cumpleaños, la pequeña tenía ya diez años pero aun era muy inocente y no deseaba que ella perdiera eso por nada del mundo.
Se dispuso a acomodar los bocadillos que Samia había preparado para la salida, era tan diferente a como habría soñado este momento, quizás cuando se permitía imaginar a un hombre a su lado, un padre para su pequeña, y le dolía admitir que por un tiempo había estado esperando que Alex volviera a ella con un ramo de rosas diciéndole que en realidad si le amaba a ella y a la pequeña y los dos criar juntos a su hija, quizás con algunos hermanitos, pero aquello solo era una fantasía que jamás se hizo realidad por lo que desterró de su corazón cualquier rastro de esperanza hacia el o cualquier hombre.
Llamo a su hija quien vino corriendo y se sentó junto a ella tomando un sándwich de crema de maní y mermelada de fresa, la especialidad de Samia, eran los que llevaba al trabajo seguido solo por no desairar a su hija. La mañana era perfecta, como cada día con su hija hasta que el teléfono sonó indicándole de una emergencia y que tenían poco personal, pero no podía ir, no tenia con quien dejar a su hija por lo que estaba dispuesta a rechazar el pedido pero había prometido ser una enfermera responsable, así que debatiéndose que hacer recogió las cosas del día de campo y tomando a su hija de la mano comenzó a dirigirse al hospital donde por primera vez sabrían que tenía una hija de 10 años, que era madre soltera y sobre todo una amargada.